lunes, 22 de diciembre de 2008

2008



En el momento de despedirse, sólo se me ocurre decir:
Tanta paz lleves como descanso dejas.

Y ahora no me queda nada más que elegir cuál de estas agendas usaré

sábado, 20 de diciembre de 2008

Mi prima

A mi prima a menudo le duele la cabeza. Es una chica inteligente y bastante generosa. El caso es que cuando le da una jaqueca no hay manera de convencerla de que todo pasará y que hay gente con problemas serios de salud que gruñen menos. Ella lo que me responde a esto es:

"¿Y? A mí me molesta mi dolor y es el más grande que siento"

Bueno, ella siempre ha sido más sabia que yo y, sobre todo, mucho más sensata.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Adjetivos

¿Sabina, Silvio, Serrat? No. Si hay alguien que sabe insultar con arte es la Jurado. Hoy no voy a contar mis aburridas peripecias. Os propongo que dejéis un comentario repleto de adjetivos calificativos negativos. El objetivo puede ser cualquier persona. A cambio sólo os pido que el mensaje tenga segunda parte y pongáis algo ofensivo sobre mí. No me seais "rajaos" y hacedlo, valientes.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Centro

Hay veces que uno se obsesiona buscando algo. Yo he estado buscándome el centro durante mucho tiempo. Unos años atrás dibujé mandalas para tatuarme uno. Luego pensé que no podía ser una cosa agregada tanto tiempo después de nacer y deseché la idea. Después he estado decidiendo si lo que buscaba era un punto o un eje sobre el que giro. En este segundo caso había que investigar además si se trataba de uno vertical u horizontal. Lo del punto no me convence y lo del eje tampoco porque estaría mareada de dar tantas vueltas y la verdad es que me encuentro bien. Yo quiero mi centro. De momento se me ocurre que va a ser este lunar:

Lleva conmigo desde siempre, cae más o menos sobre mi esternón y me queda bien con escotes. Absolutamente superficial, sí, pero yo necesito un centro y ya. Quizás buscándolo, decidiendo donde está o inventándomelo dejo de ser una descentrada.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

El zapato

¿Sabéis esa sensación de "soy la persona más ridícula del mundo y solamente a mí me pasan estas cosas"? Supongo que sí, a no ser que tengáis un gran e indestructible ego. Bien, hoy cuando iba a subirme al autobús noté de pronto un frío insoportable en el pie izquierdo. Obviamente al subir la escalera había dejado atrás uno de mis zapatos. Ahí estaba el pobre, tirado en el suelo y yo a la pata coja mientras varias personas me miraban y esperaban pacientemente que me lo volviera a poner para emprender la marcha. Generalmente me río de esas situaciones y no puedo aguantarme. Hoy no me ha dado risa. He tenido suerte de no romper a llorar como una niña de tres años. En fin, como un soldado nunca llora, me he rehecho y he subido todo lo dignamente que he podido al bus. Por suerte había asientos libres y pude ir a refugiarme detras de mi libro de bolsillo azul chillón. Justo cuando retomaba mi lectura, todavía con las mejillas ardiendo por la vergüenza, una chica de la novela hablaba de cómo hay momentos en que el mundo parece deshacerse y ella decide cambiarse el look para evitar la hecatombe. A lo mejor sí es verdad que ese acto paraba la catástrofe, pero estoy segura de que la pérdida de mi zapato provocó que el mundo empezara a deshacerse. Para colmo todo esto ha ocurrido mientras iba al centro de salud, y tengo tan poca fe en mi doctora como médica como ella tiene en mí como enferma. La cosa ha sido breve porque ninguna de las dos teníamos ganas de hablar o de escuchar a la otra. Después he ido a hacer unas compras a ver si se me olvidaba de que el mundo se estaba desvaneciendo y casi lo consigo, hasta que ha llegado el autobús y, cuando he ido a subir, otra vez el puñetero zapato se ha empeñado en recordármelo. Menos mal que esta vez iba vacío y el conductor ha bromeado conmigo sobre el asunto. Mientras comentaba al señor que con el frío que hace ya debería haberme puesto botas y me habría evitado la peripecia, he sentido que a lo mejor el mundo no se iba a la mierda o, al menos, ha dejado de importarme.

lunes, 1 de diciembre de 2008

3:03 am

Cuando el sueño no llega lo que echas de menos no es dormir. Eso que extrañas es la duermevela.