lunes, 31 de agosto de 2009

Y punto


Don Julián, maestro de primaria, me enseñó que uno no puede relajarse en el momento de terminar una historia pues corre el riesgo de estropearla. Había un concurso de redacción de esas con límite de palabras. Yo, que sabéis que me suelo enrollar bastante, rebasé dicho límite cuando todavía no tenía clara la conclusión del cuento. Tenía que concluir en una línea y desenredar en esa corta extensión cada una de las tramas. No se me ocurrió otra cosa que llevar la historia al terreno onírico y acabarla con un simple: "se despertó y se dio cuenta de que todo había sido un sueño". Mi bigotudo profesor vino a entregarmela con cara de querer matarme. Se me acerco mucho y me dijo que era un final mediocre y que se notaba que no había sabido resolverla. Le contesté que era la única opción que había para que tuviera un final medio coherente y que no podía soportar que quedaran cabos sueltos en los finales. Me volvió a repetir: "has estropeado toda la historia" y se fue sin decir nada más.

Con el tiempo aprendes que muchas frases terminan con puntos suspensivos y que la mayoría de asuntos se diluyen sin poder discernir la mayoría de las veces el momento exacto en que dejaron de existir. Me molesta profundamente eso de la disolución, igual que me revientan las canciones que llegan al final con una repetición del estribillo cada vez con un volumen más bajo. Estoy de acuerdo con mi ex-maestro en eso. Un final flojo destroza cualquier cuento, por más brillante que sea su argumento. Al contrario que él, prefiero un punto claro y mediocre que dejar frases sin terminar. No siempre es fácil trazar ese punto final, sobre todo cuando el otro se encuentra más cómodo repitiendo la misma frase hasta que carece de sentido aunque tenga el mismo interés que uno en sacarse de encima la historia.

lunes, 24 de agosto de 2009

El fúrbol es asín

El del fútbol es un mundo lleno de tópicos y lugares comunes. Saturado de Ronaldos (Cristianos o no) Etoos y otros ases de la vida "choni" y "reggaetonera". Vamos, que la mayor parte del tiempo es bastante aburrido. De vez en cuando aparece gente que hace que vuelvas a mirar la tele cuando hay partido. Por poner sólo un par de ejemplos se me vienen a la cabeza Redondo y Guardiola, que además jugaban en la misma posición distribuyendo el juego con bastante elegancia. Como todo el mundo sabe el catalán es el brillante actual entrenador del Barça. El otro día en una rueda de prensa le preguntaron si pretendía volver a ganar Liga, Copa y Champions este año. Respondió lo de siempre, que era terriblemente complicado y que ojalá. A punto estaba de cambiar de canal cuando escuché que decía lo siguiente: "La estrategia es la misma, pensar siempre en el próximo partido" Sencillo, típico y acertado al mismo tiempo.


Me recordó la época escolar, cuando la vida se distribuía en semanas y por no pensar más allá ni nos agobiaban los exámenes finales. Siendo adultos nos buscamos mil exámenes finales que aprobar o ligas que ganar. Nos creemos más importantes pensando que estamos aquí con un objetivo, con un trofeo que ganar. El resultado que conseguimos normalmente es que las semanas, los meses y los años pasen volando y los calculamos según la distancia que nos separa del objeto de deseo. ¿Qué hicimos durante todo ese tiempo? Ni idea o posiblemente nada que nos haya hecho estar más contentos. Todo esto es para justificar por qué no me pareció tan banal la conocida filosofía del próximo partido. No todos podemos fichar a un crack ni tener de nuestra parte a los árbitros ni siquiera jugar en primera. Como somos infantiles, cada uno de nosotros sueña con ganar la Champions, cosa que nos evade de ver que tenemos enfrente cada semana un equipo mediocre y que, para colmo, la mayoría de las veces no estamos a su altura.

A estas alturas del año aquí estamos en pretemporada. Torneos de verano, partidos amistosos y poca cosa más. Sé que el comienzo del campeonato está a la vuelta de la esquina, pero también sé que si te olvidas de que estás aquí para jugar, estás jodido. Mañana igual toca jugar en cesped artificial contra un equipo de pueblo. No voy a decir que no importa el rival porque sería mentira, aunque tampoco voy a negar que estamos aquí para jugar el próximo partido y poco más.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Las vacaciones de Manuel


Posiblemente no os acordéis de mi amigo Manuel. Era aquel chico que cuando tenía que elegir se quedaba más inquieto por lo que no había escogido que contento por tener aquello por lo que había optado. Después de la rebelión de su padre y la emancipación de su madre pensó que lo mejor que podía hacer era olvidarse de sus coqueteos con chicas orientales y centrarse en su novia que, al fin y al cabo, era quien le soportaba pacientemente cada día y le daba tranquilidad cuando la precisaba e intensidad cuando el cuerpo le pedía fiesta. Hace unos meses que Manu es un novio ejemplar. Un día me lo encontré cuando bajaba del autobús y me propuso sentarnos en una terracita con una cerveza fría para ponernos al día de nuestros avances o retrocesos vitales. Me puso al corriente de su renovada pasión por su pareja y nos reímos bastante de historias pasadas. Estaba sorprendida de verle centrado y feliz al mismo tiempo, ya que en su caso nunca estos adjetivos suelen coincidir en una misma frase.

Hoy he recibido una llamada suya. Oficialmente me llamaba para felicitarme por mi santo. Ahí ya me he puesto en alerta porque a mí nadie me felicita este día, más que nada porque mi onomástica no es un día señalado y además está demasiado próximo a mi cumpleaños. Así que le agradecido amablemente que se acordara y después directamente le he preguntado qué le pasaba. Normalmente no se llama a los amigos cuando uno está con su pareja en plenas vacaciones románticas. Como es habitual en estos casos en que te preguntan de manera poco sutil, me ha contestado: "Nada". Los "nada" como respuesta suelen acarrear una larga conversación, de modo que he ido a servirme algo de beber, he encendido un cigarro, me he sentado y le he dicho que ya podía ir soltando lo que fuera.

Para no extenderme mucho iré al grano. El tío estaba absolutamente confuso. Sonia, su chica, se había vuelto distante, un tanto fría quizás. Dicen que donde hay confianza da asco y, para hacer trabajar al refrán, sin andarme con rodeos le he preguntado si estaba así porque lo tenía en dique seco, bah, honestamente la frase ha sido: "¿Qué pasa? ¿La niña te tiene sin mojar?" En ese momento va y se me pone a llorar. Entre sorbida de mocos y suspiro le he podido entender que no era eso y que, en realidad, si pensaba en lo que es justo, se lo merecía. El siempre ha sido peculiar en su relación, por no decir un cabrón redomado y ahora, estando en el otro lado se sentía por un lado un desgraciado y por otro, a lo mejor porque recibió una educación católica, tenía la sensación de estar soportando el castigo por su comportamiento anterior. Me saca de quicio esa actitud de resignación cristiana. Por supuesto que es justo que reciba su merecido por las veces que ha hecho que ella se sintiera despreciada, pero como no creo en purgatorios ni en penitencias que llevan al cielo, le he pedido que haga ya mismo las maletas y mañana me lo saco de fiesta y, con suerte él se lleva a casa una oriental mona para pasar la noche y yo algún tío que no sea medio gilipollas.

lunes, 17 de agosto de 2009

Simple conclusión

Que si me gusta o no me gusta.
Que si le gusto lo suficiente o no.
Me da exactamente igual porque ahora sé algo importante:
me gusto.
Y punto.

domingo, 9 de agosto de 2009

Necesito

un poco de aire, varias respuestas y un camino.

viernes, 7 de agosto de 2009

Órdago a chica

Una vez me intentaron enseñar a jugar al mus. En esas tardes de verano, césped y cerveza que se hacían cortas pero que al llegar a casa casi te sentías como después de un viaje iniciático. Para los que no sepan qué es, diré que es un juego de cartas que tiene bastante similitud con el truco, más habitual en América del Sur. Bien, mi apreciado maestro y pareja en este juego se rindió después de haberme hecho recordar todas las señas y reglas porque yo, a la primera de cambio y sin apenas mirar las cartas, lanzaba un órdago sin previo aviso. Normalmente en el juego somos más nosotros que nunca. Ahí salen a relucir nuestras tendencias, inseguridades y verdadera personalidad (si acaso la tenemos). Aunque jamás he conseguido jugar una partida de mus medio en serio, lo de lanzar órdagos a diestro y siniestro lo sigo haciendo, especialmente en momentos de pánico, cuando cualquier estrategia no haría otra cosa que prolongar la agonía de la incertidumbre.


Esta semana ya he echado mi órdago de rigor. Por desgracia, el contrario está retrasando el momento de mostrar sus cartas. Mañana parece que va a ser el día. La suerte está echada (pondría la expresión en latín pero es que nunca me he llevado bien con ese lengua muerta ni sus gentes muertas). Los que más o menos me conozcan sabrán que a menudo juego de farol.

martes, 4 de agosto de 2009

Ahí voy de nuevo

Que lleguen estas fechas y que yo empiece a hacer barbaridades suele venir de la mano. Lo mío es superación personal, ¿podré mejorar la marca de este año? En fin a veces hay que darle a la gente lo que pide para que se decepcione en serio. Nunca falla.

Encima voy a tener que restringir mi vocabulario porque palabras como "nunca" en mi caso suelen ser mentira.