miércoles, 30 de septiembre de 2009

Jugar

Yo nunca había conocido a un verdadero jugador y me dijeron que aquel hombre que desayunaba en la mesa de la esquina cada día, cada noche perdía lo que no tenía en partidas de póker. Esta mañana cuando llegó ya estaba ocupada su mesa y se sentó a mi lado en la barra a degustar su cortado diario.


Soy bastante despistada y siempre termino metiendo en el bolso mecheros gastados. Después de seis intentos para encenderme el cigarro, el tipo, sonriéndome, me ofreció fuego y me dijo: "Fumar es malo". A lo que yo le respondí que jugar también lo era. Sin asimilar todavía la bordería que había salido de mi boca agaché la cabeza y escuché como aquel señor empezó a reír de manera bastante escandalosa. Después le dio un sorbo a su café y ya con el gesto serio me contestó que lo verdaderamente pernicioso no era jugar sino perder. Según mi inesperado compañero de desayuno, uno se enganchaba al juego perdiendo. Me explicó que retirarse cuando se gana es muy fácil, sólo hay que levantarse de la mesa y recoger las ganancias. En su opinión nadie era lo suficientemente valiente como para coger la chaqueta y dejar las cartas en la mesa cuando se va perdiendo. A todo esto, a mí ni se me ocurrió volver a abrir la boca ya que, como dice una amiga mía, cada vez que hablo sube el pan. Pensé que había dado por terminada la conversación cuando, sin levantar los ojos de su taza, volvió a la carga con la siguiente sentencia: "Hay dos tipos de jugadores: los que ganaron alguna vez y siguen apostando con la esperanza de conseguirlo de nuevo y los que nunca ganaron y no se resignan a pasar por esta vida sin saber lo que es tener una buena mano". No me aclaró a cuál de ellos pertenecía el, ni yo, en un ataque de prudencia, me atreví a preguntárselo.

Pagué su café y el mío y salí a la calle sin apenas despedirme, un poco por vergüenza y un poco por sentirme derrotada después de su exposición. Seguimos jugando supersticiosamente después de cada derrota esperando el momento enel mundo se equilibre y nos devuelva lo que perdimos. Lamentablemente cada partida es independiente. Una vez que se han barajado las cartas la cuenta empieza de cero.

sábado, 26 de septiembre de 2009

De principios




Un comienzo siempre parte de un final de otra cosa pero un final no siempre es el preludio de un nuevo principio. Por ahí estoy frente a algo nuevo o simplemente dejo de lado algo para aventurarme en estepas vacías y secas.

La canción que he agregado a la entrada la elegí porque su autor la usa de despedida en los conciertos y porque justo una de esas veces provocó un doble principio para mí aunque la oyera otro.

Siento si me pongo cansina con las vueltas que le estoy dando a finales y principios.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Bluebird


A menudo queremos pensar que está ahí dentro de nosotros o del otro. ¡Vaya usted a saber!

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Puños fuera

Debe ser que algún dirigente de la derecha española tuvo estos días un ataque nostálgico y le dio por ver la reposición de Mazinger Z porque últimamente las gentes del P.P. andan repitiendo la frase del famoso robot a diestro y siniestro. Todavía no se les ha pasado la manía persecutoria y ya la han pillado meona con otra cosa. A ver, corazones, que yo tampoco tengo alternativas para levantar esto que se llama situación económica y aún así no ando buscando gigantes ni en molinos ni cuando contesto una llamada ni cuando veo un puño en alto. Venga va, si ustedes creen que con un sueldo de 800 euros, que es menos de lo que cuesta mensualmente la hipoteca de un piso proletario, debemos llamarnos clase media "pos vale", pero es que ahora quieren que andemos con las manos en los bolsillos. Aceptemos que el gesto es antiguo, siendo este un argumento algo contradictorio teniendo en cuenta su ideología. Ahora, de ahí a que me digan que si levanto el puño harta de hacer entrevistas de trabajo y de no llegar a fin de mes me convierto en algo parecido a un fascista... Aparte, que seguro que alguno de los antiguos integrantes de su partido se revolverá en su tumba pensando en un decente fascista con el puño en alto, y quien dice tumba puede decir también escaño.

La semana pasada me compré uno de estos gatitos chinos de la suerte. Me hacen gracia esas horteradas y, aunque es feo como el demonio, lo coloqué en un sitio de honor en la estantería. Yo que soy de esa gente que tiene la desgracia de que cuando habla sube el pan, imaginaos las consecuencias cuando se me ocurre llevar a cabo alguna inocente acción. Resulta que mi gatito es un comunista trasnochado con su garrita levantada. Cualquiera le explica a esos señores que sólo es un muñeco feísimo que se supone que atrae la buena suerte. Tengo miedo de que un día aparezca un comando buscando una conspiración judeo-masónica-roja y secuestren a mi dorado amigo, argumentando encima que es un elemento exportado por el partido comunista chino para infiltrar sus ideas en el mundo capitalista. Esta noche no duermo. Ya estoy acostumbrada a ser un elemento políticamente incorrecto pero me niego que declaren enemigo del sistema a mi felino de la patita inquieta.