sábado, 20 de marzo de 2010

Dormir sin sábanas

Hola, soy Manuel. No hace mucho me enteré de que esta petarda, que dice ser mi amiga, ha ido publicando cosas sobre mí y mi familia.  Me encanta que hablen de mí y creo que, no importa si acertadamente o no, aquí se ha hablado  desde el cariño. Para ella soy como me ve y ella para mí es lo que yo veo. El mundo es así de simple. Si matase a alguien, su imagen de mí cambiaría. Si fuera feliz, también. Ambos supuestos son muy poco probables aunque yo sé que, si se dieran, Manuel García seguiría siendo el mismo. Sí, eso es. Esa certeza invalida todo lo demás. La gente espera y teme cambios en su vida. Yo sé que no importa. 

Ahora estoy absolutamente solo. Desde que se fue Sonia no he vuelto a estar con nadie. No soy más desgraciado que antes, tampoco más feliz. Me da miedo. Se supone que me tenía que dar cierta seguridad saber que tengo algo inmutable, eterno de algún modo. A mí me acojona. He hablado con Ele de esto y ella, que a veces es bastante ingenua, cree que todavía no estoy perdido del todo, que soy recuperable. Es su manera de demostrar que le importo. Quizás sea desagradable escucharlo, pero yo sé que si un día la pierdo a ella o a cualquiera, no va a pasar nada. Después del llanto, del pataleo, nada. Yo otra vez. Nunca deberíamos darnos cuenta de estas cosas. 

Llevo dos noches durmiendo sin sábanas. Ningún ser civilizado se plantearía dormir sobre el colchón desnudo y ahora entiendo por qué: nadie quiere comprobar que se puede dormir sin sábanas.

domingo, 7 de marzo de 2010

Pobrecita la fea

Todos conocemos a alguna chica poco agraciada a la que un tío le hizo sentir especial y luego la dejó tirada. Posiblemente algunos de vosotros os habréis sentido la fea más de una vez. Estamos de acuerdo en que son historias previsibles y con poca intriga. Si nos enganchan es porque todos llevamos a esa chica dentro. No tengo gran predilección por las víctimas y casi siempre se lo buscan ellas mismas por ilusas. El caso es que ahora estaba pensando en una fea concreta (no, no soy yo) y me da lástima. Hay gente que evita ir al cementerio para no enfrentarse con la verdad de lo que es. Del mismo modo yo no quiero escuchar más historias de feas.